Antela, una laguna de recuerdos

Los usuarios de la residencia Santa Mariña que la Fundación San Rosendo tiene en Xinzo, simbolizan el perfecto ejemplo de un lugar lleno de cosas por hacer y memorias por compartir. La sala de estar simula ser el corazón de este hogar, lleno de vida y actividad. Josefa Prieto, a sus 93 años, se dedica a leer «o xornal e todo o que se me pon por diante», como ella misma apunta.

Su compañera Carmen Guerra, a la que todos llaman con cariño «Carmiña», sonríe mientras pinta con sus ceras de colores y se detiene a rellenar con cuidado unas manzanas rojas. A su espalda, Manuel Balsa trabaja muy concentrado en la maqueta de madera de un barco, un pasatiempo en el que ha ocupado su último mes y que muy pronto estará listo.

Existen recuerdos y vivencias para la historia y, sentado en su butaca, Manuel Ojea desempolva y comparte los suyos acerca de la Lagoa de Antela. «Ibamos ás rás á lagoa e cada un collía as que podía. Tiña amigos que collían ata 50 docenas”, detalla. «Había que vendelas para comer, non é como agora, se traías 20 docenas levabas 20 pesetas e daquela- puntualiza Manuel- iso era moito para unha casa. Para meternos na lagoa tiñamos que poñer unhas medias de cristal de muller e ter coidado para que non tiveran nin un só buratiño, porque se non as sanguijuelas picabante», añade.

Desde el centro de la Fundación San Rosendo, sus trabajadores y especialistas buscan trabajar los recuerdos de los usuarios de la Santa Mariña, con ejercicios basados en la estimulación cognitiva.

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