El exterior de la residencia de Santa Cruz es verde y amarillo. Las flores de las mimosas se mezclan con la vegetación autóctona y los huertos de las casas. El ambiente es de total tranquilidad. Al entrar, un ‘hall’ da paso a un pequeño tramo de escaleras que conducen a una amplia sala. A la izquierda, las paredes tienen motivos de conejos de pascua, flores amarillas -como las del exterior- y coronas de papel.
A la derecha, un grupo de mesas donde los mayores están ocupados. “A mí me gusta mucho pintar”, asegura Mari Carmen González mientras enseña una ficha donde se lee en grande “primavera” con flores coloreadas. A su alrededor se sientan Rosa Veloso González, Dosi Vázquez Ramos y Carmen Fernández Romero, que también exponen sus obras. “Los floreros son mis favoritos porque quedan bonitos, mira” y muestra un florero en el medio de la mesa.
A falta de decorador de interiores, los usuarios disfrutan y exponen su arte, dando rienda suelta a su creatividad. “É algo moi importante non só a nivel cognitivo, senón tamén para a súa autoestima”, como explica Carolina Rodríguez la educadora social del centro porque “danse apoio entre eles, se animan: ‘que ben che quedou’ e valoran o seu traballo”.