La normalidad queda lejos, pero cada vez menos. Con esta mentalidad afrontan el día a día los centros de la Fundación, que poco a poco van recuperando actividades tras la administración de la segunda dosis de la vacuna contra el covid-19. El personal de las residencias se vuelca en lograr que los usuarios -en la medida de lo posible- retomen su rutina de actividades, algo fundamental en el envejecimiento activo.
En la residencia Nuestra Señora de la Esperanza se han creado “burbujas” de convivencia, y a través de ellas se plantean las actividades. Cada mañana, los usuarios tienen dibujo -cada uno con su propia carpeta, con papeles, materiales y un estuche-, atendidos por una educadora que se dedica especialmente a un pequeño grupo, que va rotando cada día. Con ellos, trabaja de forma individualizada la memoria y la atención, a través de juegos con imágenes y recuerdos relacionados.