Martiño, un perro abandonado tras un atropello que casi le cuesta la vida, ha sido acogido como mascota en la residencia de mayores San Martiño de A Mezquita. Para los usuarios, es uno más. Desde que se despiertan por la mañana, Martiño pasea por el lugar y saluda con tranquilidad a cada uno de los presentes.
Al principio no fue tan fácil, porque el perro arrastraba miedos de su abandono anterior.Pero poco a poco, al ver que lo único que recibía de sus nuevos dueños eran cuidados y ternura, se hizo a su nuevo hogar. Algo que se puede observar en el ritmo pausado y relajado de Martiño cuando saluda a las visitas. Su carácter pacífico se adapta a la perfección al ambiente sosegado de la residencia.
Basta con observar cómo interacciona con los mayores para darse cuenta de que ha hecho buenas migas con todos. «La verdad es que aquí todos lo queremos mucho», asegura Ana Silva Ibáñez, la directora, mientras sonríe y acaricia al pequeño compañero canino. Y él, como respuesta, disfruta del cariño y se tumba en el suelo.
Una terapia muy beneficiosa
Si bien Martiño llegó como una mascota, el efecto positivo que provocó entre los usuarios se hizo tan evidente que desde la dirección Ana Silva quiso ir un paso más allá. Así, comenzó a formarse en terapia asistida con animales para personas mayores, y descubrió hasta qué punto Martiño puede ayudar a los mayores de la residencia.