En nuestro ambiente cultural parece que la fe está restringida al ámbito de la Iglesia, de la formación religiosa y de la catequesis, sin embargo, nunca se menciona su valor curativo y terapéutico.
Sin embardo, en otros países, como EE.UU., no es infrecuente encontrarse con que algunos políticos no tienen ningún reparo en mencionar a Dios en sus intervenciones públicas; en España y en nuestra Autonomía, este hecho es impensable, la palabra Dios y su significado ha desaparecido de la esfera de las personas que ejercen una tarea pública o poseen una especial influencia social.
Vivimos una apostasía silenciosa, hombres y mujeres creyentes que, debido a las dificultades de sus circunstancias profesionales, hacen un paréntesis en el ejercicio de su fe.
Vivimos en un país donde las modas de pensamiento están influyendo en la manera de actuar. En este sentido, creo que la Fundación San Rosendo no debe “engancharse” a esta moda, sobre todo, teniendo en cuenta que nuestra labor se desarrolla con personas mayores o con dificultades físicas o psíquicas, y por otra parte, si lo hiciese, perdería lo más humano de su fisonomía.
En los últimos lustros hemos visto como se ha impuesto e nuestro país el laicismo excluyente, entendido este algo opuesto a lo religioso, o bien, pretende reducir lo religioso a lo privado y sin ninguna trascendencia pública, porque, de suyo piensan que es algo que carece de valor. Hace muy poco tiempo se acuñó un término, laicismo positivo, es decir, reconocer que el hecho religioso reporta bienestar a las personas, es un bien para la sociedad y un valor que impulsa y renueva los principios democráticos.
La Fundación San Rosendo, como tal, es consciente de que la sociedad puede recibir mucho de las personas mayores, de manera especial en esta magna tarea de la nueva evangelización. La mayoría de nuestros mayores se han educado en la fe cristiana y eso le ha servido para inculcarles valores a sus hijos e incluso a los nietos. Es necesario redescubrir que en muchos aspectos, las tareas llevadas a cabo por nuestra Fundación entrar de lleno en esa gran tarea de evangelización, cometido que todo el personal y las personas mayores ejercen un papel clave.
No podemos olvidar que es muy actual la revalorización del hecho religioso; sabemos que contribuye a una mejora en la calidad de vida de las personas. Hay muchos investigadores, sobre todo en Norteamérica que sostienen que es muy importante tener en cuenta el hecho religioso para llevar a cabo aquellas terapias curativas no solo con las personas mayores, sino con todos, porque la fe es de capital importancia para la sanación física y psíquica.
Animo a los trabajadores de la Fundación San Rosendo a que ayuden a nuestros ancianos a cultivar y vivir su fe, en orden a que su calidad de vida sea mejor.
Obispo Diocesano
Excmo. y Rvmo. Sr. D. Leonardo Lemos Montanet